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lunes, 5 de agosto de 2013

SECUENCIAS INSOSTENIBLES DE UN CEREBRO INSOSTENIBLE

Por Gundhramns Hammer
5 de agosto de 2013 


Un corderito feliz hasta que se lo lleven al matadero. Fuente: Google imágenes.



Estando nosotros presentes en ese momento, en las llanuras de Aragón (España), una mujer joven acostumbrada a vivir sólo en la ciudad le hizo una pregunta a un pastor de ovejas:

- Señor, ¿por qué las ovejas hembras adultas tiene el rabo corto?

El pastor le contestó:

- Sirve para que el mureco las cubra mejor. Y mira es muy fácil que tengan las ovejas el rabo corto.

El pastor cogió un hermoso cordero y se lo puso entre las piernas con la cabeza del animal hacia atrás. Tomó en sus manos el rabo largo del cordero, lo dobló y lo partió. 

El pobre animal se quejó con un berrido pero el pastor no se inmutó. Pero la señorita que nunca había visto esas cosas y pensaba que las ovejas nacían con el rabo corto soltó un grito de horror.

- ¡Ya ves! ¡Es fácil que tengan el rabo corto las ovejas!, dijo el pastor.

- Pero, pero... ¡eso debe de doler mucho!, dijo la joven.

- ¡No que va, no les duele nada!, exclamó el pastor. 


Como en esta historia, de la cual fuimos testigos hace más de 20 años, hay cualquier cantidad de gente alrededor del mundo que piensan que los animales no sufren de dolor cuando los humanos hacen las barbaridades que aguantan estos seres totalmente sintientes, pues los animales vertebrados tienen bien desarrollado su sistema nervioso.

Son capaces de sentir dolor y placer y que, según la Declaración de Cambridge sobre la Conciencia (Cambridge Declaration on Consciousness), los animales  no humanos tienen consciencia.

Pero los intereses económicos del Homo insapiens y su automatismo producto de una inteligencia muerta, su sonambulismo o dormidez profunda, se ponen de por medio y la mayoría de gente acaba convirtiendo a los animales en objetos.  

A unos animales, la gente los utiliza de compañía, los que tienen suerte. Mientras que a otros, los maltrata en juegos sádicos (ej., corridas de toros, peleas de gallos, etc.) o sirven para experimentos ilógicos (ej., prueba de desodorantes en ojos de conejos o perros) o los engorda en chiqueros para el consumo. Los animales destinados para el consumo antes de morir son sometidos a un auténtico infierno  en los mataderos (Video 1). ¿Torturados por quién? Naturalmente, por el bicho que se las lleva de ser el más "inteligente" sobre la Tierra, el Homo insapiens


                                        Video 1. Tortura de vacas en el establo y el matadero.


Y esto de los mataderos industriales no lo hacen ni siquiera las grandes fieras carnívoras como los leones. La vida es un matadero sí, pero no a la dantesca escala que la ha montado el hombre, un glotón que come hasta reventar a cada rato aún cuando no lo necesita.


Lo que comemos lo aprendemos mirando lo que comen los otros que nos rodean

Los niños normalmente amantes de animales se horrorizan cuando su madre le retuerce o corta el pescuezo a una gallina o pavo (Fig. 1-2) o cuando el padre le clava el cuchillo en el cuello al cerdo (Fig. 3).


Figura 1. El asesinato de un pavo (Meleagris gallopavo). El corte de la arteria yugular arteria. Fuente: HDR.


Figura 2. El asesinato de un pavo (Meleagris gallopavo). Fuente: HDR.


Figura 3. El asesinato de un cerdo (Sus scrofa). Fuente: PACMA.



La madre para consolar al pequeño le dice que el animal no siente. Lo mismo le dice el padre. 

Algunos padres pueda que le digan a su niño el sermón que los progenitores aprendieron y grabaron en su disco duro en su niñez, la retórica de que "para eso hizo Dios a los animales".

Y poco a poco los niños se van acostumbrando a estos asesinatos de animales, a estos quehaceres sangrientos hogareños. 

El corazón del niño se va endureciendo poco a poco hasta que se convierte en una roca, donde sólo quedará espacio para aquellos animales que sus padres no acostumbraban a matar para comérselos. 

Así se adoctrinan a los humanos en asuntos de alimentación. 

A veces hasta llegar al extremo de nombrar la alimentación a base del martirio de los animales como "patrimonio cultural", como lo han hecho en Aragón (España) con eso de las "matacías", lo que suena mejor decir matanzas. Y se les obliga a los niños a asistir al asesinato colectivo de un cerdo. 

De hecho en este país en particular, existe para muchos humanos que no son humanos un interés por conservar todo lo que tenga que ver con la cultura de la sangre. En muchos casos, les sirve de excusa para sacar dinero del Parlamento Europeo o para lavar dinero.

Resumiendo, la gente es programada desde temprana edad a comer lo que les enseñan a comer. 

Lo que los humanos aprenden a comer durante la niñez deja una marca profunda, a veces indeleble, asociada a recuerdos agradables o desagradables. Lo que comen los humanos, lo aprenden a comer mirando lo que comen los que les rodean.

Es decir, lo que comes, lo comes porque has visto a otros comerlo. 

Y puede que te vayas a la tumba sin que tú jamás alguna vez hayas cuestionado tus hábitos de comer. 

En fin, lo que los humanos comen es parte de su programación.


Programación de los humanos 

Los humanos son programados como un ordenador, aprenden a hacer lo que ven que hacen los que les rodean, aprenden a repetir y hacer todo lo que hacen los que les rodean y con la experiencia que adquieren en la vida, la utilizan para extraer de sus sesos secuencias "lógicas" para resolver otros problemas que necesitan de otras secuencias "lógicas". 

Por lo tanto, la experiencia equivale a decir que acumulan más información en su cerebro, a añadir más "tricks" (trucos), discurrimientos y maneras de emplear lo acumulado en los sesos, a poner en marcha el bagaje cultural almacenado,

Su vida se convierte en una secuencia de cadenas de secuencias que parecen "lógicas" pero al final de cuentas resultan tan ilógicas como sus putas vidas ilógicas.

Y el resultado es una civilización llena de todo tipo de secuencias "lógicas” que son absolutamente ilógicas.

A este secuenciamiento "lógico", un malabarismo  de chisporroteos eléctricos neurológicos, para "resolver" problemas se le llama "inteligencia". 

En estas cuestiones de secuenciamientos "lógicos" neurológicos, el hombre es un experto. 

Le ha llevado a dominar todo lo que le rodea y, como carece de inteligencia ecológica, está al borde del colapso ecológico.
 
Y fijémonos bien, estos problemas medio ambientales no han sido causados por las demás especies. Son producto de los grandes secuenciamientos "lógicos" neurológicos del hombre "lógico" (Homo insapiens).

Este primate (Homo insapiens) posee mucha "inteligencia" secuenciadora, muchos tricks para resolver otros tricks pero a la hora de las horas en cuanto al mantenimiento total del nido donde habita es un absoluto idiota. 

Es decir, en asuntos del mantenimiento de la Biosfera, el Homo insapiens es un absoluto pendejo, como dicen los mexicanos.

Su secuenciamiento “lógico” crea más problemas que los que resuelve, tanto que muy pronto se encuentra nadando en su propia mierda, producto de su secuenciamiento “inteligente” ilógico.

Basta ver el estado de las cosas en su entorno. Tira sus desechos tóxicos al agua y luego se la bebe. Entierra los venenos de sus fábricas y después cultiva sus alimentos en esa tierra contaminada. ¿No es eso de idiotas?

Por supuesto, como en un ordenador, se puede desprogramar a la gente, lo cual es más fácil decirlo que hacerlo, pues los humanos son bestias de hábitos y cuando se les clavan programas en su disco duro (especialmente en su glándula amígdala) no hay quien se los quite. 

Incluso la CIA no ha tenido éxito en estas cosas. Lo ha intentado utilizando electricidad para borrar la memoria acumulada en la glándula amígdala en sujetos experimentales pero sus conejillos de Indias han acabado como zombies.

La gente puede llegar a integrar algunos programas para que no les molesten, con trabajo interior duro, llevado a cabo por ellos mismos o con ayuda profesional, una vez sepan dónde cojean y se esfuercen en comprenderlos y descubrir las asociaciones que les hacen sufrir. 

Este trabajo puede durar prácticamente toda su vida y no es para todos, pues el mundo está lleno de ciegos y necios dominados por sus gónadas y que no desean ir más allá de su reducida jaula. 

En este sentido les decía Jiddu Krishnamurti a sus discipulos, sentados en un bar suizo un día, que "él seguía deprimido pero ya no le molestaba". Esa era, según decía Krishnamurti, la diferencia entre estar "despierto" y "dormido".

Y para que los humanos lleguen a ese punto de querer ver más allá de su nariz es muy difícil, más difícil que cambiarle las rayas al tigre, y es allí donde estamos. 

Estamos bien jodidos. Todos hablando de cambios pero poca gente está cambiando y los que claman de cambios pecan de no cambio y dejan que otros hagan el cambio pero ellos nunca hacen el cambio. 

Haz tú el cambio pero no yo, esa es la nueva filosofía.

Por esta razón la élite global va despacio con los cambios, cambios que desgraciadamente no ayudan en nada en la mayoría de veces a la Naturaleza, pues este homínido disfruta de bañarse en la mierda producida por la rueda de su capitalismo  ilógico que todo lo aplasta y destruye a su paso.

Lo único que a la mafia de titiriteros ilógicos globales se les ha ocurrido es eso de “sostenibilidad” que quiere decir sostenibilidad para su sostenibilidad económica en su sostenimiento de su mundo insostenible de su bolsillo para sostener su insostenibilidad que no es otra cosa que seguir con la destrucción de la Naturaleza

A seguir con el producto de la suma de insostenibilidades de los simios desnudos que hablan mucho en la actualidad de sostenibilidad pero no son sostenibles donde deben ser sostenibles puesto que la sostenibilidad no ha penetrado en el mundo insostenible del laberinto de pensamientos dentro de su cabeza insostenible que ni ellos pueden sostener cuando se vuelve insostenible.

El verdadero cambio sostenible donde debe llegar para ser sostenible aún está por llegar. 

Pero es posible que para entonces ya sea tarde y este mono desnudo (Homo insapiens) que tanto hablaba de sostenibilidad y se enorgullecía de su inteligencia se haya convertido en más mierda de lo que ya es, haciendo honor a su nombre humano, el cual procede del PIE dhghem que quiere decir mierda, estiércol, humus.  

Formando parte del registro fósil, en una pieza más de la historia de las especies que no fueron sostenibles.

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